Se trata de un acogedor establecimiento situado en una casa del siglo XIX. Dispone de jardín y terraza sobre el valle, deliciosa por las tardes y vísperas de verano. Un comedor con tan sólo seis mesas, para un máximo de 22 personas, y una sala privada para hasta 8 comensales, cálidos y acogedores. La máxima calidad de las materias primas y el cuidado en la elaboración de una renovada cocina tradicional son los principios sobre los que se fundamenta el reconocimiento de que disfruta la casa. Josep A. Sánchez y Ricard Zamora la abrieron y lo cuidan desde hace más de 25 años. De nuestra cocina salen platos de limpia base tradicional convenientemente adaptados a los gustos actuales, donde la memoria reencuentra sabores ya arraigados en nuestra genética. : El caldo, con una pelota suave y blanda, aromática; un romesco bien espeso para aderezar una versión personal y en miniatura del xató; arroces de temporada (de setas de otoño -argelagones siempre que se dan-, de mar, negro…) La ventresca de bacalao en roux de espárragos verdes; el conejo escabechado, gelatinoso -sabia semi-conserva de origen antiquísimo-; las carnes magras, confitadas pacientemente… Y la innovación, presente sutilmente siempre, gana protagonismo en caprichos a la degustación de entrantes y atrevimientos en los postres: pasteles, cuajadas, espumas y esponjosos, nubes y otras texturas, combinados también, -inevitable- con creaciones de la dulcería popular que tanto nos gusta… Y la innovación, presente sutilmente siempre, gana protagonismo en caprichos en la degustación de entrantes y atrevimientos en el postre. Y la innovación, presente sutilmente siempre, gana protagonismo en caprichos a la degustación de entrantes y atrevimientos en los postres: pasteles, cuajadas, espumas y esponjosos, nubes y otras texturas, combinados también, -inevitable- con creaciones de la dulcería popular que tanto nos gusta…